sábado, 13 de noviembre de 2010

Octogesima adveniens

La Octogesima adveniens es una carta apostólica del Papa Pablo VI publicada con motivo del LXXX aniversario de la publicación de la encíclica Rerum Novarum el 14 de mayo de 1971. Trata igualmente de ampliar la Doctrina Social de la Iglesia. Fue dirigida al cardenal Mauricio Roy, en ese entonces, presidente del consejo para los seglares (hoy Pontificio Consejo para los laicos) y de la Pontificia Comisión Iustitia et Pax.
En una extensa introducción, el Papa Pablo VI indica la intención de la carta que es continuar y ampliar las enseñanzas en materia de doctrina social dados por sus antecesores tras la Rerum Novarum. Reconoce la sensibilidad cada vez mayor en orden a la búsqueda de una mayor justicia no solo en medio de las comunidades cristianas sino también del mundo entero. Enuncia también la principal causa de los problemas sociales: la desigualdad.
Sin embargo, recuerda el Papa que las situaciones de las diversas comunidades católicas son tan diversas que no se pueden dar líneas concretas de acción sino que se ha de discernir en cada sitio qué es lo mejor y actuar las exigencias evangélicas en cada contexto y ante cada problemática. Por ello, se propone iluminar los diversos problemas sociales que por su complejidad y amplitud son especialmente preocupantes.


Pablo VI reconoce que el crecimiento y el progreso en diversos campos es causa de una creciente aspiración a la igualdad y a la participación más activa. Esto se ha hecho patente en la redacción de nuevos códigos de derechos humanos y en los acuerdos internacionales que se ha logrado pactar. Sin embargo, afirma también que falta todavía mucho para que las leyes estén ajustadas a las necesidades actuales.
La sociedad política, según el Papa, tiende cada vez más a modelos democráticos, pero ha de estar basada en un proyecto en relación con la vocación humana y sus expresiones en la misma sociedad sin imponer ninguna ideología. De ahí que recuerde que los católicos no pueden adherirse a ideologías opuestas a los principios del Evangelio como el marxismo o el liberalismo ateo. A continuación se detiene a examinar la evolución de las ideologías en especial del socialismo, del marxismo y de la que llama “ideología liberal”.
Al mismo nivel que las ideologías, el Papa presenta a las ciencias humanas a las que hace una fuerte crítica pues, afirma, someten a examen los conocimientos que se tenían sobre el hombre pero tanto sus métodos como sus presupuestos no les permiten dar las respuestas globales que pretender ofrecer.
Pablo VI concluye esta parte de la carta mencionando la ambigüedad del progreso.

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