La pobreza en Colombia se resiste a la muerte
por Jorge Uribe Piedrahíta
Comunicador Social/Periodista Colombia
Según funcionarios del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) Colombia no alcanzará las metas de reducción de la pobreza y la indigencia que se propuso para el 2015 entre los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), entre las causas se encuentran la falta de inversión, el crecimiento del desempleo, la crisis económica mundial y el conflicto armado nacional.
Paralela a esta noticia el Presidente de Perú, Alán García, hablaba de su preocupación por el aumento de la inversión bélica de los gobiernos de la región, que pasó de 24.700 millones de dólares en 2003, a 47.200 en 2008; cifras que para cualquier individuo se tornan alarmante. Pero he aquí la ambigüedad, mientras se arman los países, el aumento de la pobreza, la hambruna y el desempleo va en aumento, ya que en datos oficiales, la pobreza en este país alcanzó el año pasado el 46%, mientras que la indigencia llegó al 17,8% y el desempleo se ubica en 11,7%
La causa principal radica en la falta de inversión del presupuesto nacional; los 32 departamentos del país solo invierten el 5,57% del presupuesto global de los planes departamentales de desarrollo. Y esto, imposibilitará a que las metas de pobreza e indigencia que se trazaron para el 2015, del 28,5% y del 8,8%, tengan validez. Sumado a lo anterior, se encuentra la peor crisis mundial en la que estuvieron sumergidas las economías regionales, otro apunte contradictorio, pues si hay crisis ¿Por qué los gobernantes tienen dinero para hacer inversiones armamentistas? ¿Acaso es más importante la guerra que sacar de la pobreza y la miseria absoluta a los habitantes de la región?
Uribe a lo largo de su gobierno ha aumentado los impuestos de guerra, que tienen que ser dados por ciertas empresas y colombianos que excedan un monto especifico en su capital económico. Muchos nos preguntaríamos ¿Por qué no existe un impuesto a la pobreza más que para la guerra? Sería fácil de responder cuando hace más de 50 años la FARC ha destruido todo el territorio con bombardeos absurdos, en los que siempre pierde la ciudadanía. Los grupos guerrilleros, en sus consignas y banderas, hacen alusión a la lucha por los derechos del pueblo; una lucha deformada, que hoy se visiona como el negocio del secuestro y el narcotráfico.
Uribe ha recibido apoyo por parte de empresarios y figuras políticas, pues la Seguridad Democrática ha posibilitado la inversión extranjera y la confianza inversionista en el territorio nacional. Pero el talón de Aquiles para nuestro presidente siempre será el abandono en el que se encuentra sumergido el aspecto social de la Patria. La falta de presupuesto para la educación pública, el alto índice de desempleo, el aumento del trabajo informal en las calles, la pobreza e indigencia en las principales ciudades y los problemas latentes en la salud pública.
Analistas argumentan que la Seguridad Democrática conlleva consigo sacrificios por parte de los nacionales, y aunque se deba primero acabar con la FARC para poder trabajar en temas sociales; es prudente hacer un paneo por las regiones y miran con lupa aquellas falencias que tienen al borde del abismo a muchos conciudadanos. Y si bien, Uribe es el mejor presidente que ha tenido Colombia en las últimas dos décadas, también este país necesita un mandatario social, que lleve en sus banderas la Seguridad Democrática, y a su vez el bienestar general de los colombianos.
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